Este caso, que me recuerda a las fotografías de la Nueva Topografía, es realmente ilustrativo y nos permite ponernos un poco más filosóficos. AP llegó a la cortina del local, cuyo polvo habla del tiempo que lleva echada, y le corrigió el acento [hiato con fuerza en vocal cerrada (i, u): se tilda siempre]. A veces creo que la cuestión de la ortografía no es tanto un problema de comprensión, ni siquiera algo circunscrito al lenguaje, sino una manera de saldar cuentas. Cuentas con el desorden, con la pereza, con el desaliño, con todo lo que está fuera de lugar, con el desequilibrio y la entropía. Claro que son estos comportamientos humanos, estos 'accidentes', los que dan valor a la apreciación o a la intervención.
Así, el hecho de corregir un error a veces se escapa de lo fáctico y circunstancial -me atrevería a decir, incluso, secundario- pero al mismo tiempo nos atañe de manera mucho más básica y esencial. Es, a fin de cuentas, un pequeño acto de justicia con el mundo. ¿No es eso lo que sintió, acaso, aquel que antes de nosotros se había manchado la mano entera para escribir en el polvo la letra U del resta_rante?
1 comentario:
Hoy te inspiraste más que otras veces, Pablo. Excelente presentación. :)
Saludos colonenses.
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